Fue un día feliz para Kieran Tuntivate , a pesar del estado en el que quedó su pie izquierdo ampollado, terminó imponiéndose en los 3.000 metros, corriendo 2.600 metros con una sola zapatilla y lo hizo en 8’12″72, En el Ivy League Heptagonal Championships. Después del esprint para entrar en meta, su entrenador le dejó unas muletas porque no podía ni apoyar el pie con el tartán. Su sueño de correr al día siguiente la prueba de 5.000 metros se desvanecía por momentos. Cuál fue la sorpresa cuando al día siguiente se calzó las dos zapatillas y ganó el 5.000m en 14’25″32.
El joven corredor estadounidense de 22 años publicaba el estado en el que había quedado su pie a través de Instagram: “Las cosas no siempre salen como tienes planeado. Si alguien ha visto el resto de mis dedos del pie, hágamelo saber”, decía.
En una entrevista para el Washington Post, Kieran Tuntivate cómo había pasado todo. La primera vuelta fue bien. Creo que a los 300 metros se me salió la parte de atrás de la zapatilla. Corrí incómodo unos 100 ó 200 metros intentándome quitar la zapatilla. A unos 400 metros la tiré e intenté calmarme, relajarme y no pensar en ello todo el tiempo. Mi entrenador había planeado una carrera en la que mi compañero y yo fuésemos en el grupo hasta los 1.800 metros y luego intentásemos progresar. Obviamente, cuando me quité la zapatilla, pensé que aquel plan de carrera no iba a ser fácil de cumplir.
No es una situación que te hayas planteado nunca, la de correr sin zapatilla. Un buen entrenador siempre te diría que te tranquilices, y que no te pongas demasiado nervioso porque va a ser complicado poder seguir el ritmo del resto. Nunca había previsto ningún plan para una situación semejante. Pararme a ponerme de nuevo la zapatilla me habría llevado demasiado tiempo, no tenía sentido. Así que pensé, bueno, no estoy tan mal corriendo así. Sabía que mi pie se iba a destrozar, pero pensé que podría llegar más allá del ecuador de la prueba sin que me molestara. En realidad nunca he corrido descalzo y menos velocidad.
Empecé a notar las consecuencias pasados los 2.000 metros. Sentí que la piel comenzaba a despegarse, y se iba acumulando debajo de mi pie, era como correr entre piedras. La última vuelta fue probablemente la más dura. Ha sido una carrera muy dura hasta la meta, y las curvas de la pista cubierta son tan cerradas que sentía que se me resbalaba el pie.
Mis últimos cien metros fueron borrosos. No recuerdo mucho, aparte de un poco de dolor en el pie, y ver a mi entrenador a 50 metros de meta. Estaba feliz de haber terminado así de bien.
Cuando terminé, mi entrenador me levantó del suelo como a un niño pequeño, me llevó a una mesa para limpiarme la herida. Una vez bajó el nivel de adrenalina de la carrera, me empezó a doler mucho. Estaba muy triste pensando que no podría correr el 5.000m del día siguiente. Me dieron unas muletas para poder moverme.
A la mañana siguiente me volvieron a limpiar la herida y me la vendaron. Mi entrenador me dio libertad absoluta de decisión de si quería correr o no. Mientras yo estuviera cómodo corriendo, él estaba seguro de que la cosa no podía empeorar. Calenté un poco y me acostumbré. Me senté con mi entrenador justo antes de la carrera, y estableció un plan con mi compañero de equipo. A falta de un kilómetro para el final de la carrera, cada vez me sentía más seguro de mí mismo a medida que avanzaba la carrera. El pie no me molestaba tanto. Me sentí bien. Esperé hasta el último momento, a unos 200 metros para ponerme delante y ganar en 14’25″32.
Tuntivate se ha tomado los últimos días libres para asegurarse de que la herida se cura del todo. Todavía tiene molestias al andar, pero en breve estará completamente recuperado. Una verdadera lección de lo que es la capacidad de sufrimiento de muchos atletas.