Eddy Nápoles Cardoso – Cuba (Especial para Atletismo Peruano).- Ha concluido el campeonato Mundial de Atletismo y se hace necesario una reflexión sobre la actuación cubana, la que puede ser catalogada, desde el punto de vista cuantitativo, de aceptable, pero en el aspecto cualitativo, esta puede ser calificada de un bajo perfil. Esto está dado, debido al desempeño de cada uno de los 13 integrantes de la comitiva criolla.
Cuando nos adentramos en el rendimiento alcanzado por los representantes criollos en tierras finesas, tenemos que, solo dos atletas lograron materializar su mejor desempeño de la temporada en la cita mundial, como es el caso de Silinda Morales (disco) e Isis Kaila Guerra (altura). La camagüeyana Morales, llegó a Tampere, con marca previa de 54.68, creciendo 69 centímetros (55.37), mientras que la capitalina Guerra, repitió su mejor resultado del año, con 1.87 metros.
El triplista Jordan Díaz, líder del listado del año con 17.41, se comportó a la altura del nivel que ha alcanzado y aunque decreció en 26 centímetros, dominó fácilmente la prueba, con salto de 17.15; cuestión normal, expresada también por otros atletas foráneos como, el kenyano George Manangon (1500 metros); el sudafricano Sokwankhana Zazini (400 c/v); el sueco Armand Duplantis (pértiga); la india Hima Das (400 metros), la moldova Aleksandra Emilianov (disco) y la canadiense Camryn Rogers (martillo), todos con descenso en sus marcas, pero titulares.
En la otra cara de la moneda están el resto de los atletas cubanos, medallistas o no, todos con decrecimiento en sus resultados. Donde el mayor de ellos, restando a Miguel Zamora y Melany Matheus, quienes no lograron envíos válidos, lo expresó el discóbolo Dabirac Pérez, con 5.58 metros. La martillista Amanda Almendáriz decreció 2.85 metros, mientras que Roxana Gómez, mermó 1.24 segundos, respecto a su marca previa y lo realizado en la primera ronda y 0.07 centésimas, entre la primera ronda y la semifinal.
A simple vista, podemos pensar en esto, como un fenómeno propio de los atletas menores de 20 años (junior) en el mundo, debido, sobre todo, a enfrentar una exigente competencia, con carencias en la preparación psicológica, producto de la misma juventud, así como al poco aval competitivo, pero al remitirnos al resto de los atletas presentes en Tampere, tomando como muestra los medallistas (121), donde 68, de ellos, lograron su mejor desempeño del año en la cita juvenil (56.19 %), obteniendo, además, 61, marcas personales.
A modo de ejemplo, les comento que en las pruebas de 3000 metros y 10000 metros caminata, entre las damas; en la primera de ellas, las 13 primeras concursantes y en la segunda, las 18 primeras competidoras, obtuvieron su mejor rendimiento. Esto nos muestra a simple vista, el adecuado “manejo” del proceso de preparación previo al evento fundamental del año.
Este aspecto de no lograr el mejor rendimiento en la competencia fundamental, no es nuevo dentro del atletismo cubano, pues en su momento fue tratado, relacionado al desempeño alcanzado por los atletas criollos en el ciclo 2008-2017, en Juegos Olímpicos, Campeonato Mundiales y Juegos Panamericanos, y bajo el título “El atleta cubano actual, generalmente la pone antes de tiempo o no la pone”, se expresaron en cada uno de estos eventos, las irregularidades manifiestas de la generalidad de los atletas criollos en torno a las competencias principales, llegando, incluso, a enumerarse los días de anticipación en el logro del mejor rendimiento.
Es preocupante este “desliz” competitivo en atletas jóvenes, que aunque no han madurado deportivamente, sí es el momento de “encaminarlos” hacia el logro de los mejores resultados en el instante ideal, pues su espiral de rendimiento, salvo imprevistos, debe ser ascendente. Se hace necesario, reflexionar en torno a este importante tema, que se ha ido adueñando actualmente del atletismo cubano, donde convergen varios factores, como pudieran ser, psicológico, volitivo, pero a criterio personal, estos deben conjugarse con el principal, que descansa en la correcta aplicación de los medios y métodos, en cada uno de los momentos y etapas del proceso de entrenamiento, así como, el adecuado control de los rendimientos a ir logrando en las competencias previas, que lleven al atletas a expresar el máximo esplendor en el momento planificado.