Cientos de miles de turistas ya han desembarcado en Nueva York para su célebre maratón, a realizarse este domingo 6 de noviembre. Más aún que las otras grandes maratones internacionales, el de la Gran Manzana es una formidable máquina de hacer dinero, con una cálida acogida que hace soñar a los corredores de todo el mundo.
El impacto económico del más prestigioso de los maratones, que comenzó en 1970 con apenas 127 corredores que daban vueltas al Central Park, es inmenso: más de 260.000 turistas dejarán a la ciudad unos 415 millones de dólares.
Entre los cerca de 51.000 corredores registrados para la carrera del domingo, cerca de 30% son extranjeros. Si no tuvieron la suerte de ser elegidos en la lotería cuyo ingreso cuesta 255 dólares para los estadounidenses y 347 dólares para el resto, muchas veces no tienen otra opción que pasar por agencias turísticas y comprar un paquete con el derecho a participar.
Hasta en eso este maratón cobra un especial significado este año. Aunque corre el keniano Stanley Biwott (2.03:51 como mejor marca), en los análisis de los especialistas se cree en Dathan Ritzenhein, el atleta de Michigan que ha acreditado 2.07:47 y que podría devolver la bandera de las barras y estrellas al podio masculino, que no la ve desde 2009 cuando ganó Keflezighi. En mujeres, sólo la etiope Mergia puede impedir otro triunfo de Kenia, con la vencedora del año pasado Mary Keitany como punta de lanza.