Por mucho que en todos estos años nos han querido mostrar un deporte alejado de la política, esta teoría siempre ha caducado, la historia, los hechos y los acontecimientos, han dejado al desnudo la realidad; política y deporte han ido de la mano y el uno ha sido soporte e instrumento del otro.
Les propongo remontarnos 40 años atrás. Los escenarios parecieran que fueron colocados a propósito, Moscú había sido electa por 39 votos a 20, sobre Los Ángeles, en la Sesión del COI celebrada en Viena, en 1974, pero la urbe californiana continuó en la batalla y logró la sede en la asamblea de Atenas, en 1978, así quedaban garantizados Juegos Olímpicos, en las dos potencias hegemónicas diametralmente opuestas, Moscú, en 1980 y Los Ángeles, en 1984.
El primer “gran boicot” a los Juegos Olímpicos se produjo en 1980 (antes existieron otros menores), cuando la cita olímpica se desarrolló en Moscú, capital, de la entonces Unión Soviética. El mundo vivía el apogeo de la Guerra Fría, la Unión Soviética había intervenido en Afganistán, en el marco de la guerra civil que se desarrollaba en ese país, Estados Unidos (liderado por el presidente “Jimmy” Carter), a seis meses del inicio del evento, anunció que no asistiría a la cita moscovita, decisión que fue respaldada por sus principales aliados (Alemania Federal, Gran Bretaña, Japón) y otras 60 naciones.
Algunos países, dejaron en libertad de elección a sus atletas, los que participaron bajo la bandera del COI (Gran Bretaña, Francia, España, Italia y otros). Esta ausencia, llevó a los promotores a realizar “competencias compensatorias”, las que fueron llamadas “Liberty Bell Classic” (Campanas de la Libertad). En el caso del atletismo, se celebraron en el Franklin Field, perteneciente a la Universidad de Pennsylvania, con la presencia de la mayoría del equipo olímpico de Estados Unidos y de otros países que habían participado en el boicot, veamos algunos detalles.
De inicio, les comento que ningún resultado logrado en el Franklin Field fue superior a los conseguidos en Moscú; el fenomenal vallista Renaldo Nehemiah (13.21), quien perdió la oportunidad olímpica de su vida, estando en la cima de su reinado, apenas corrió 13.31 (con aire ilegal), mientras el alemán Thomas Munkelt, ganó en Moscú, con 13.39 (0.9). Nehemiah al año siguiente se fue al fútbol americano. El otro resultado que pudo superar a lo obtenido en Moscú fue, en 400 con vallas, cuando James Walker, marcó 48.6, pero se realizó con cronometraje manual, mientras que el soviético Aleksandr Vasilyev logró 48.63 segundos.
De los 34 titulares del Trial celebrado con antelación en Oregon, 17 no estuvieron presentes en Filadelfia, encabezados por Edwin Moses (47.13), invicto por esa época en los 400 con vallas, tampoco lo hicieron, James Robinson (800m-1:45.47), vencedor de Juantorena, en San Juan 1979; así como Willie Banks (triple-17.13); los tres balistas que habían clasificado a Moscú, Peter Shmock (20.83), Allan Feuerbach (20.82) y Colin Anderson (21.08), también dieron un paso al lado, los discóbolos Mac Wilkins (70.98) y John Powell (68.20) y los jabalinistas Rob Ewaliko (88.70), Bruce Kennedy (87.70) y Duncan Atwood (87.00). Entre las mujeres, se ausentaron, Alice Brown (100m), Sherri Howard (400m), Madeline Manning (1:58.30), Louise Ritter (altura), Jodi Anderson (longitud-7.00) y las jabalinistas Karin Smith (63.54) y Kate Schmidt (63.20).
Atletas que luego fueron estrellas del atletismo mundial estuvieron presente en los Liberty Bell Clasisc, como Carl Lewis (longitud-7.77), adelantado por Larry Myricks (8.20) y Larry Doubley (7.95); el kenyano Billy Konchellah (400m-45.59), los saltadores alemanes Dietmar Mögenburg y Carlo Thränhardt y la estadounidense Mary Decker-Slaney (1500m-4:00.87), entre otras.
Otros ganadores en la cita celebrada en el estadio de la Universidad de Pennsylvania fueron, Mel Lattany (100m-10.31), James Butler (200m-20.65), Don Page (800m-1:47.19), el chino Zhou Zhenxian (triple-16.90), el egipcio Youssef Asaad (bala-19.69), Ben Plucknett (disco-61.46), el chino Shen Maomao (jabalina-89.12) y el local Bob Coffman (decathlon-8058).
Entre las féminas, lo hicieron Chandra Cheeseborough (100m-11.27), la canadiense Angela Taylor (200m-22.77), Gwen Gardner (400m-52.04), la canadiense Yvonne Mondesire (800m-2:02.34), la local Stephanie Hightower (100c/v-13.08), las chinas Zheng Dazhen (altura-1.92), Shen Lijuan (bala-17.09) y Xie Jianhua (disco-56.56), Kathy McMillan (longitud-6.65w) y las canadienses Laurie Kern (jabalina-57.42) y Diane Konihowski (pentathlon-4640).
Cuatro años más tarde, la Unión Soviética le devolvía la píldora a Estados Unidos, para ello, adujeron falta de seguridad para sus atletas en Los Ángeles, decisión anunciada a menos de dos meses del inicio de la contienda deportiva. Los soviéticos recibieron el respaldo de la mayoría del, entonces Campo Socialista, salvo Rumanía y Yugoslavia, que no se plegaron al boicot, mientras que China, alejada del bloque oriental, si hizo acto de presencia en la cita olímpica.
Para tratar de suplir la ausencia a Los Ángeles, los “países socialistas” organizaron los Juegos de la Amistad (Druzhba, Friendship), de una amistad, que al paso de unos seis años, ya no existía. Sirvieron de sede varias naciones, en diferentes deportes; Bulgaria (halterofilia, gimnasia rítmica), Corea del Norte (tenis de mesa), Alemania Oriental (balonmano y ciclismo), Hungría (esgrima, lucha greco), Polonia (judo, tenis y equitación), Mongolia (lucha sambo), Cuba (boxeo, polo y voleibol), Checoslovaquia (atletismo, gimnasia artística, tiro con arco) y la Unión Soviética (atletismo, natación, baloncesto, remo, velas).
No se puede tapar el Sol con un dedo, es verdad que alrededor de este evento se creó un buen ambiente, específicamente, en Cuba con el boxeo, pero, nunca llegaron al nivel de unos Juegos Olímpicos, lo propio sucedió en el resto de los escenarios. Para ser más equitativos, en el atletismo, los hombres compitieron en Moscú y las mujeres en Praga. A diferencia de los Liberty Bell Classic, los Druzhba lograron aglutinar un mayor potencial atlético en varias pruebas, llegando, en muchas de ellas, a superar lo realizado en Los Ángeles, incluyendo un récord mundial, este de la alemana Irina Meszynski, disco (73.36).
Otro detalle que distinguió a los “Friendship Games”, es que, aunque fueron promovidos por el llamado “Bloque del Este”, no se limitaron solo al ente socialista, contando con la asistencia de atletas de Alemania Federal, Argelia, Argentina, Austria, Bélgica, Benin, Cabo Verde, Camerún, Colombia, Finlandia, Guinea, Gran Bretaña, Italia, Líbano, Madagascar, Malaysia, Perú, Portugal, Seychelles, Siria, Suecia, Suiza, Tanzania, Yemen y Estados Unidos.
Varios atletas que habían participado en Los Ángeles (3 al 11 de agosto), estuvieron en Praga y Moscú (16 al 18 de agosto), con las mayores relevancias para la balista alemana Claudia Losch, campeona olímpica (20.48) y la velocista estadounidense Alice Brown, titular olímpica en 4×100 y plata en 100 metros (11.13). Otros que participantes en ambos eventos fueron, el finé Reima Salonen (caminata); los argelinos Abderrahmane Morceli (1500m), Abdelrazzak Bounour (5000m) y Ali Bakhta (200m); los seychellenses Denis Rose (100m), Vincent Confait (400m) y Philip Sinon (800m).
Algunas de las pruebas en los Juegos de la Amistad, que lograron resultados superiores a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fueron; pértiga, con 5.80, donde Konstantin Volkov aventajó al ya deslumbrante Sergey Bubka (5.90, Londres, 13 de julio), en triple, con 17.46 (Oleg Protsenko); bala, con 21.64 (Sergey Kasnauskas); disco, con 66.70 (Yuriy Dumchev); martillo, con 85.60 (Yuriy Sedykh); jabalina, con 94.44 (Uwe Hohn); 20 km caminata, con 1:21:57 (Sergey Protsishin) y 50 km caminata, con 3:43:06 (Andrey Perlov), entre los hombres. El finés Reima Salonen, que había logrado el cuarto lugar en Los Ángeles, en 50 kilómetros (3:58:30), ahora compitió en 20 kilómetros, siendo quinto (1:24:40).
Entre las mujeres, la superioridad fue mayor en los Druzhba, en las pruebas de pista, con excepción de los 200 metros y los relevos, en el resto, aventajaron a Los Ángeles; en los 100 metros, la alemana Marlies Göhr, logró 10.95, por 10.97, de la estadounidense Evelyn Ashford, la medallista de plata olímpica Alice Brown, fue sexta (11.21); la fenomenal Marita Koch, también estuvo a un alto nivel en los 400 metros, con 48.16 (Valerie Brisco-Hooks, 48.83), mientras que la soviética Irina Podyalovskaya (800m), lograba 1:57.31, por 1:57.60, de la rumana Doina Melinte; la soviética Nadezhda Ralldugina hacía lo propio en los 1500 metros, con 3:56.63, por 4:03..25, de la rumana Gabriela Dorio; otro tanto realizó la fenomenal Tatyana Kazankina en (3000m), con 8:33.01, por 8:35.96, de la rumana Maricica Puica; en las pruebas de vallas ocurría igual, con los 12.55 de la búlgara Yordanka Donkova, por 12.84 de la norteña Benita Fitzgerald-Brown; mientras que Marina Stepenova (400c/v), con 53.67, superaba los 54.61 de la sorprendente marroquí Nawal El Moutawakel. En los eventos de campo, solo en salto de altura, la ganadora de Los Ángeles, la alemana federal Ulrike Meyfarth (2.02), fue superior a lo logrado en Praga (Lyudmila Andonova, 1.96); en longitud, la alemana Heike Drechsler (7.15), supero los 6.96 de la rumana Anisoara Cusmir-Stanciu.
La impulsión de la bala, contó con la presencia de la titular olímpica de Los Ángeles, la alemana federal Claudia Losch, quien había ganado en la urbe californiana con 20.48; ahora con la “tribu oriental” deseosa de mostrar su superioridad y con menos motivaciones, apenas fue séptima, con 18.81, prueba donde las tres primeras sobrepasaron los 21.00 metros, con la soviética Natalya Lisovskaya (21.96) al frente, seguida de la checa Helena Fibingerová (21.33) y su paisana Nunu Abashidze (21.18).
En el lanzamiento del disco, además del ya mencionado récord mundial, otras dos atleta lanzaron más allá de los 70.00 metros, la soviética Galina Murashova (72.14) y la checa Zdenka Silhavá (70.14); la holandesa Ria Stalman (titular olímpica), con sus 65.36, solo hubiera sido octava. El lanzamiento de la jabalina en la cita angelina fue de un alto nivel, con Tessa Sanderson (69.56), Tiina Lillak (69.00) y Fatima Whitbread (67.14), pero en Praga estuvo Petra Felke, suficiente, la alemana que por esos años mantenía una férrea porfía con la inglesa Whitbread, envió el dardo hasta los 73.30 metros; por último en heptathlon la poco conocida soviética Natalya Grachova, logró 6477, superior en 87 puntos a lo obtenido por la australiana Glynis Nunn (6390).
Estos boicots, le negaron la posibilidad de disputar el ascenso a lo más alto del podio olímpico (Moscú) a grandes atletas como, el kenyano Henry Rono, un corredor que llegó a poseer los récords mundiales de 5000, 10000 y 3000 con obstáculos o el vallista Renaldo Nehemiah, dueño y señor de los 110 metros, entre 1979 y 1981.
También se perdieron las fiestas estivales (Los Ángeles), en su mejor momento, atletas como, Marita Koch, Jarmila Kratochvilova, Lyudmila Andonova, Irina Meszynski, Zdenka Silhava, Petra Felke, Sabine John, Natalya Shubenkova o los cubanos Luis Mariano Delís, Osvaldo Lara y Leandro Peñalver.
En ambas citas olímpicas, la política actuó como “reguladora” del deporte, sin tener en cuenta las pretensiones de los protagonistas, los atletas; luego los “Juegos Olímpicos Políticos”, trataron de compensar las ausencias, pero hoy nadie los recuerda. Los Juegos Olímpicos son únicos e insustituibles y es la máxima aspiración de cada atleta, no les niegues la participación.
Eddy Nápoles Cardoso – Cuba (Especial para Atletismo Peruano)