Matthew Boling (Houston, Estados Unidos; 2000) logró emular el hito del “Hijo del Viento” Carl Lewis, siendo solo un universitario. Es ya el segundo atleta en la historia en saltar más de ocho metros (8.25), bajar de los diez segundos en 100 metros (9.98) y de los veinte en 200 (19.92).
El último de sus registros fue el de los 200 metros, consiguiendo su mejor tiempo este fin de semana en el certamen Georgia Tech Invite. 38 años antes, Carl Lewis corría los 100 metros en 9.99, los 200 en 19.8 y saltaba 8,54 metros. La leyenda mejoró sus registros durante su carrera hasta los 9.86 en el hectómetro, los 19.75 en el doble hectómetro y los 8.87 en el salto de longitud.
Boling tiene una buen estructura física y atlética de 1.88 centímetros de altura y 78 kilos de peso. De padre abogado, su afán por el atletismo le vino de su madre Monique, que llegó a ser triatleta aficionada. Matthew nació y se crio en Houston (Texas) junto a su hermano gemelo Michael, empezando pronto a competir en pruebas atléticas. El deporte siempre fue lo suyo, siendo también un buen jugador de fútbol americano.
Mientras su hermano era un prodigio a nivel de notas en la época del instituto, Matthew Boling ya destacaba en salto de altura y 400 metros. El tiempo, sin embargo, le llevó a probarse en pura velocidad y sorprendió a todo el mundo siendo el alumno de secundaria más rápido de la historia (9.98 en los 100 metros). Con los años confirmó que era una estrella repitiendo su registro como marca oficial.
El segundo hito de Boling fue saltar más de ocho metros, marcando un 8.01 que le hizo copar portadas en su país como prodigio del atletismo. Después le vino la oferta de la Universidad de Georgia de una beca completa que aceptó. Como bulldog ha bajado de los 20 segundos en los 200 metros y se consolida como la mayor promesa atlética del gigante americano.
Matthew Boling ya es una de las grandes promesas del atletismo a nivel mundial. Un día les dijo a sus padres que competiría en unos Juegos Olímpicos. Siendo el heredero del ‘Hombre del Viento’, la lógica empuja a creer que acabará cumpliendo su promesa más pronto que tarde.