Así como Bernard Lagat a sus 41 años, en los 5mil metros planos, ya está en los Juegos Olímpicos de Rio, de esta misma forma se destaca la presencia de Sydney McLaughlin, que con 16 años también estará presente en la competencia más importante del planeta, en los 400 vallas. Resultados extremos que se dieron durante los Trials de los Estados Unidos.
McLaughlin tuvo que batir el récord del mundo junior por 25 centésimas (54.15) para conseguir la tercera plaza que clasificaba para Río, cita que acontecerá una semana después de que cumpla los 17.
Es la atleta más joven en clasificarse para los Juegos Olímpicos desde 1972. Su capacidad de progresión es formidable.
Hace dos años, con sólo 14, ya corría en 55.63, un tiempo con el que podía batir a casi todas las chicas de su edad en los 400 metros. Cuenta ESPN, que la chica se vio desbordada a comienzos de semana. «No quiero estar aquí. No pertenezco a este mundo», dijo cuándo se vio rodeada de toda la constelación de estrellas de la pista como Gatlin, Allison Felix y compañía.
A regañadientes se convenció de su momento había llegado, aunque aún tuvo que pasar el trago de la primera carrera.
En la pista de Eugene, uno de los santuarios del atletismo estadounidense, se agolparon más de 22.000 entusiastas en las gradas. McLaughlin, cara de cría, alta (1,75), longilínea, era un manojo de nervios. «Nunca había corrido ante tanta gente», reconoció.
Hizo 55.46 y se centró. Se vio rápida frente al resto de mujeres que compitieron en una prueba que siempre se caracterizó por la madurez. Dalilah Muhammad, que lideró al trío olímpico, tiene 26 años, diez más que ella.
La final demostró todo su talento. La tercera plaza le permitirá disfrutar de un sueño. Pero antes optó por saborear un cheeseburger, patatas fritas y un buen postre como premio. Se lo había ganado.