El medallista de plata en Rio 2016, Feyisa Lilesa de Etiopia, famoso por su llegada en la meta con las manos entrelazadas para denunciar la persecución del gobierno de Etiopía a la etnia Oromo tiene, por el momento, un final feliz. Lilesa pudo reunirse con su familia, su esposa e hijos de seis y tres años, a los que no veía desde antes de los Juegos de Río, en Florida, a donde ha logrado trasladarse.
Lilesa dijo que la decisión de abandonar a su familia había sido un riesgo necesario. «Ponerlos potencialmente en peligro es una buena lección para muchas personas que necesitan sacrificarse para que puedan ganar algunas concesiones y cambiar su situación», dijo.
«En ese sentido, inspira a la gente a luchar por sus derechos y resistir al gobierno en Etiopía». No quiero que se olvide la situación de millones de Oromo y otros etíopes que aún están siendo asesinados, golpeados, encarcelados, desposeídos, y se mantienen en la pobreza. Finalizó el maratonista..
