El pasado 6 de noviembre la Asamblea General de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), realizó la votación para el otorgamiento de la sede correspondiente a los Juegos Panamericanos de 2015, sede a la que aspiraban tres ciudades del continente, Lima, la capital peruana; Bogotá, su homóloga colombiana y la urbe canadiense de Toronto, bueno y que ocurrió, lo que muchos esperábamos, salió electa esta última por 33 votos favorables, mientras Lima logró 11 y Bogota solo 7.
Para nada valió el hecho de que estos serán los terceros juegos en suelo canadiense, – los primeros fueron en Winnipeg en 1967, luego esta propia ciudad los volvió a organizar en 1999 – mientras que en Colombia ya ardió la llama panamericana durante la cita de Calí en 1971, en tanto Perú nunca los ha celebrado y tendrá que contentarse con las palabras de aliento del alcalde de Toronto, David Millar, cuando dijo «Y estoy seguro de que Lima y Bogotá harán también los Juegos alguna vez», lo que le faltó decir a Millar, fue que mientras el dinero siga decidiendo las sedes, en los países pobres no habrá Juegos Panamericanos y tendrán que seguir esperando.
La ciudad canadiense se apareció en Guadalajara con un presupuesto de 2500 millones de dólares, (unas nueve veces mayor que el de la urbe peruana), mientras esta proponía 259 y Bogotá 200 millones. De nada valió la presencia en suelo mexicano del presidente peruano Alan García, de su homólogo colombiano Alvaro Uribe y su amplia comitiva, que incluía al ex futbolista Carlos «El Pibe» Valderrama, al jugador de Grandes Ligas Edgar Rentería y otras celebridades; ni llevando al sitio más famoso de Perú, – el antiguo poblado inca de Machu Picchu o a la efigie de su guerrero insignia, el indio Atahualpa – hubieran podido vencer estas ciudades, corren otros tiempos y soplan otros aires, donde esos legendarios atletas y ciudades antiguas solo son parte de la historia y no representan jugosas ganancias para los mercaderes del deporte actual. Mientras el premier canadiense Stephen Harper, no asistió, para que, si con la sola presencia del cheque portado por el gobernador Millar, no hacía falta más, fíjense que para su promoción se valieron de jugadores extranjeros, el hondureño Amado Guevara, quien milita en el Toronto Futbol Club y el beisbolista dominicano José Bautista, es como si en Toronto no hubieran atletas autóctonos capaces de promocionar una candidatura o es que para atemperarse con esta época, signada por la compra-venta de atletas, ya se hacen con deportistas foráneos.
Ante la oferta millonaria de la ciudad de Toronto, quien podía resistirse, que incluye además la promesa de becas de entrenamiento para los atletas de la región, cosas que para el resto de las ciudades contendientes es imposible, entonces, cuando usted ofrece lo que su adversario no puede, usted vence y eso fue lo que sucedió.
Si hace unos días el Comité Olímpico Internacional se acordó de los pobres, al otorgarle a la ciudad brasileña de Río de Janeiro la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, en detrimento de Chicago, Madrid y Tokio, ahora la Organización Deportiva Panamericana, les ha virado la cara.
Y termino con esta añeja frase que se puso de manifiesto en Guadalajara; El amor y el interés se fueron al campo un día, y más pudo el interés que el amor que te tenía.