Una competencia muy dura será esta vez los eventos del Cross Country, es lo que la Federación Internacional de Atletismo ha dispuesto, haciendo la más duras y exigentes, más espectaculares, atractivas para el público, para los patrocinadores y para la trasmisiones televisivas. Se trata, en definitiva, de huir, dentro de lo posible, de competiciones con recorridos llanos, en hipódromos, sobre hierba impoluta, lo que altera la esencia histórica del campo a través.
En reunión celebrada en la localidad danesa de Aarhus, la capital de Jutlandia (Dinamarca) entre miembros de la IAAF (el representante era el español Luis Saladie, hombre de gran prestigio en el máximo organismo internacional) y los organizadores, éstos explicaron cómo iba a ser el circuito del próximo Mundial, que se celebrará allí el 30 de marzo de 2019.
Está diseñado en los alrededores del Museo de Moesgaard (especializado en arqueología y etnografía) y habrá que dar varias vueltas a un circuito de dos kilómetros, con un ascenso y un descenso en cada una de ellas de unos 75 metros, lo que lo hará durísimo, un auténtico rompepiernas. El firme tendrá barro, arena y césped. Curiosamente, un tramo sobre este último se disputará en el techo del Museo, que está en rampa y con hierba.
Lo probó, entre otros atletas retirados, la francesa Anette Sergent (campeona mundial de campo a través en 1987 y 1989): “Me gusta mucho el circuito, con fuertes subidas y bajadas, con curvas. Debes estar muy concentrada”, declaró a la página web de la IAAF.
Por su parte, Luis Saladie comentó: “Devolvemos el cross a sus orígenes, a correr cerca de los límites, se hará historia”.
En los últimos tiempos, en no pocos casos, los Mundiales de Cross recurrieron a los hipódromos. De hecho, el primero de ellos, celebrado en Waregen (Bélgica) en 1973 tuvo lugar ya en una pista de carreras de caballos. Y allí fue segundo Mariano Haro, por cierto.